Ana Mariscal interpretó a la vampiresa de La florista de la reina (1940) [Foto 1] e inmediatamente, en los antípodas de aquel personaje, a una mujer (casi) santa enamorada de un cadáver en Raza (1942) [Foto 2] Su fe le resucita [Foto 3-4]. Es lo que va de los (inevitables) estertores del conservador republicanismo fílmico a la fundamentación (inconsistente, delirante) de la imagen de la mujer ideal en el primer franquismo. Con las iniciales dosis de liviandad de Vidas cruzadas (1942), donde por último triunfará la institución matrimonial burguesa, se normaliza el borroso modelo erótico de la época. [Fotos 4 y 5].