El dispositivo censor en Ia Italia del llamado ventennio mussoliniano (1922-1945) se articula en función a un doble vértice ideológico: fascismo e Iglesia. Aunque los primeros atisbos de censura emergen con la propia aparición del cine, en la primera década del siglo XX, es a partir del mandato de Mussolini cuando se establecen sus primeros códigos. Estos consistían en un doble sistema de medición: por un lado, una censura aplicada en la fase de guión de las películas y llamada “preventiva” por su labor mediadora en la fase de producción de las imágenes, y una segunda censura a posteriori, llevada a cabo por comisiones censoras articuladas por el gobierno y cuyo efecto sugería la intervención de las imágenes por corte u omisión. Ya sea por la eficacia de la primera fase o por una cierta laxitud o arbitrariedad en la segunda, la intervención por corte no será una práctica común, tampoco en las imágenes relacionadas con el erotismo. La profusión de cuerpos, besos, caricias e incluso desnudos parciales en la década de los primeros años 40 movilizará a los sectores católicos a intervenir en la fase de exhibición de las películas. Promovida tras la llamada al orden que supone la encíclica papal Vigilanti cura de Pío XI (1936) y bajo el paraguas del Centro Cattolico Cinematográfico, la vigilancia religiosa actuará en el sector de la exhibición y la crítica, a través del control de las salas parroquiales y de publicaciones periódicas como La rivista del cinematografo y Disco Rosso, que si bien no tienen un poder fáctico sobre la circulación de las películas influyen, en última instancia, en promover la autocensura en los espectadores.
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